CENTRO DE INTERPRETACIÓN
El sueño de construir
La exposición explica cómo se construía la bóveda catalana o bóveda tabicada, una técnica rápida y económica usada por arquitectos modernistas como Domènech i Montaner o Gaudí. El mortero de cal fue el conglomerante universal hasta el siglo XVIII, cuando un ingeniero inglés, John Smeaton, descubrió el cemento hidráulico. El origen del cemento de Pórtland se sitúa en la década de 1830 en Inglaterra, cuando un albañil, William Aspdin, descubrió el cemento artificial que patentó con el nombre de cemento de Pórtland.
1900: Guastavino y Güell
Eusebi Güell se arriesgó a iniciar una nueva aventura: crear una empresa para fabricar el cemento de Pórtland con una tecnología innovadora desarrollada en Estados Unidos. El nombre de la empresa surgió de la síntesis de las palabras Asfalto y Pórtland. Güell encargó a un joven ingeniero industrial, Isidor Pedraza, viajar a Estados Unidos para consultar con Guastavino las necesidades de la fábrica para comprar el equipamiento necesario.
El gran reto del Clot del Moro (1901-1975)
El espacio elegido para erigir la primera fábrica de este tipo de cemento en Cataluña fue el paraje del Clot del Moro, donde había las canteras de roca calcárea y, muy cerca, los recursos energéticos para hacer funcionar la fábrica: agua y carbón. El único aspecto negativo era la dificultad del transporte. La empresa construyó un tren secundario para el transporte del cemento, el llamado “carrilet”.
LA FÁBRICA
De clínker a cemento de Pórtland
En las galerías se pueden observar los restos de las cintas transportadoras que se encuentran bajo el depósito de clínker, las cuales alimentaban un elevador de cangilones que trasladaba el clínker desde la cinta transportadora hasta un silo, desde donde se distribuía a los molinos y cilindros de refinación para la molienda. El resultado era un polvo muy fino y grisáceo: el cemento de Pórtland.
Nivel central: cocción de la piedra
Núcleo central del proceso productivo; planta donde inicialmente había los tres primeros hornos rotatorios del Estado español, ligeramente inclinados, que convertían la mezcla de minerales en clínker. En 1909 se instaló un nuevo horno danés, con una capacidad de producción de 150 toneladas diarias de cemento de Pórtland, y dos años más tarde otro americano, con 120 toneladas diarias de producción.
Laboratorio, taller de reparaciones y salas de los mandos eléctricos
El laboratorio era el espacio indispensable en el proceso productivo. Para mantener la calidad del producto, debían tomarse muestras en cada fase del proceso y analizarlas. Una vez obtenidos los resultados, los químicos ajustaban la composición de la materia prima, el ritmo y la temperatura de los hornos. En el taller de reparaciones, donde trabajaba más de la mitad del personal, los mecánicos se encargaban de conservar la maquinaria.