La fábrica Asland, un testigo de la innovación industrial, aprovechó los recursos naturales de su entorno para alimentar su maquinaria. La energía hidráulica, proporcionada por las aguas del río Llobregat, se llevó a cabo mediante la construcción de una esclusa cerca del nacimiento del río, y la canalización del agua a través de una cañería a presión de 4.800 metros de longitud, una proeza de ingeniería considerada la más larga de Europa en aquella época. Esta infraestructura permitía transportar el agua hasta las turbinas de la fábrica, donde se convertía en energía mecánica.
Hoy, la cañería todavía se puede observar subiendo a Castellar de n'Hug, testigo de una época en que la fuerza del agua era esencial para la industria. Las Fuentes del Llobregat, con su belleza natural majestuosa, complementa la visita en la fábrica. El complejo sistema hidráulico es ahora un elemento más del paisaje, permitiendo a los visitantes comprender la importancia del agua en el desarrollo industrial de la región y ofreciendo una perspectiva única sobre como la tecnología y la natura se combinaron para hacer posible el funcionamiento de la fábrica Asland.